Veracruz, Ver.
México
La indolencia de las autoridades ha convertido al estado en un hoyo negro donde
madres, padres, hermanos e hijos desaparecen. ¿Dónde están? la incesante pregunta
se convierte en un grito de furia que se repite en cada estado del país. Hace un año a
diez jóvenes, como los de Ayotzinapa, se los llevó la policía.
Hubo en la colonia Formando Hogar siete días calientes – como dicen en este barrio al
noroeste del puerto de Veracruz- donde detuvieron y desaparecieron a por lo menos 10
muchachos. Los responsables no fueron narcos ni sicarios, eran presuntos policías
encapuchados que llegaron montados en camionetas blancas idénticas a las de la Agencia
Veracruzana de Investigaciones (AVI) con el número de matrícula oculto.
Eso lo cuentan las madres que los buscan desde hace un año y los quieren de regreso.
A diferencia de otros tiempos en los que corría sangre cuando se enfrentaban entre bandas
rivales y éstas eran perseguidas por el Ejército o la Marina, la tensión vivida esos siete días
era originada por convoyes de camionetas y patrullas de la policía estatal (con matrícula y
placas tapadas).
"Siempre vimos que pasaban muchos encapuchados como en operativos, buscando a
alguien, pero nunca pensamos que se llevarían a nuestros hijos", cuenta Amelia Hernández
Namorado, madre de Pablo Darío Miguel Hernández, de 24 años.
EL DÍA QUE SE LOS LLEVARON
El viernes 6 de diciembre de 2013 a las 8:40 p.m. Pablo Darío salió de su casa de la avenida
Pino Suárez Norte hacia un pequeño bar ubicado en la esquina de las calles Revillagigedo y
Arizmendi, donde se vería con José Ignacio Cruz González y José Armando Arrioja Cortés,
conocido como "Manito".
"Estaba aquí sentada y me dijo que iba al Oxxo de a la vuelta. Jaló su playera del mecate y
se fue, pero nunca me dijo que se iba a tomar con estos muchachos, por eso cuando vi que
no llegaba se me hizo raro", relata doña Amelia.
Describe a su muchacho como trabajador e inquieto, y claro, "solía emborracharse con los
amigos del barrio durante los fines de semana", pero siempre, sin falta, regresaba a dormir a
casa.
A las nueve y media de la noche, Doña Amelia se asomó a la esquina de la calle para ver si
Pablo Darío regresaba. Sólo encontró a un vecino quien la alertó de la presencia de agentes
y policías en la zona.
-Métase doña Amelia, se están llevando a unos muchachos de allá a la vuelta, mejor no
salga-, le insistió con voz de alerta.
Apenas llegó a su casa, Amelia le dijo a su otro hijo y a su esposo que Pablo Darío no había
regresado tras salir a una pequeña compra.
-Como ellos también sabían que tomaba mucho, me dijeron que seguro regresaba más tarde
y pues namás no se apareció.
La última noticia sobre Pablo Darío llegó a los oídos de Hernández Namorado junto con el
norte que azotó la mañana del sábado: en compañía de José Ignacio y José Armando, los
tres jóvenes habían sido sacados del bar por unos seis tipos que escondían su rostro en un
pasamontañas y vestían, la mayoría, uniformes negros, sin logotipos.
EN PATRULLAS OFICIALES, ENCAPUCHADOS, CON PLACAS OCULTAS
Durante los siguientes días las desapariciones de personas continuaron. Entre las víctimas
hubo taqueros, trabajadores de bares, jóvenes del barrio y hasta algunos obreros que
chambeaban en la zona.
En las calles de la Formando Hogar aseguran que hubo quienes días más tarde regresaron
con vida, y con la misma inercia decidieron cambiar de aires para nunca más volver.
A las 2:10 p.m del miércoles 11 de diciembre, el grupo de encapuchados llegó hasta un taller
mecánico de la avenida Cuauhtémoc para detener a Víctor Álvarez Damián, quien, según los
testigos, era acusado "por estar involucrado en el desmadre de la banda de Icazo".
Álvarez Damián desertó de la escuela secundaria a los 13 años y prefirió trabajar. Inició en
un taller mecánico y el cambio de aceite fue su primera tarea. Tres años después ya
empezaba en la mecánica, recuerda su madre Perla Damián Marcial.
-¿Cómo te explicas que vayan en patrullas y lo saquen de su trabajo? Era un niño que sólo
se dedicaba a lo suyo. Nunca le gustó el estudio, pero siempre respondió a pesar de todo- dice
Perla con el coraje y la certeza de que su hijo fue desaparecido por la policía.
JONATHAN Y MARCO SE ESFUMAN
Veinte minutos después de que se llevaran a Víctor, un convoy de hombres se apostó a las
inmediaciones de las calles Icazo y Revillagigedo en búsqueda de un joven que habían
identificado como integrante de una pandilla de ladrones.
"A mi hijo lo sacaron de mi casa, lo golpearon y se lo llevaron casi sin ropa", detalla Angélica
María Berrospe Medina, mamá de Jonathan Isaac Mendoza Berrospe.
-¿Recuerda qué le dijeron los encapuchados, por qué se lo llevaban?- le pregunto.
-No estaba ahí, me tocó verlos pasar cuando caminaba con mi otro niño de tres años por el
callejón de Berriozabal. Me enteré de todo cuando encontré a mi nuera llorando.
Cuando llegaron a la casa de Jonathan Isaac, los hombres mostraron una fotografía en la
que aparecían entre 7 y 10 jóvenes y preguntaron con tono altanero y agresivo: ¿Sabes
dónde vive este ratero?
Uno de los familiares se vio obligado a abrir, entonces el grupo armado esculcó la sala, la
cocina y dos habitaciones.
También fueron al patio y constataron que no hubiera posible
salida. La búsqueda final la hicieron en el baño y en un pequeño cuarto al fondo de la casa.
-¡Sal cabrón!, sabemos que estás ahí hijo de la chingada- le ordenaron.
Aunque la puerta de la habitación era de madera blanda, decidieron no tirarla hasta que
Jonathan la abriera por su cuenta. Tras minutos de confrontación y amenazas, el chamaco
de 17 años cedió, pero tuvo que aguantar una golpiza porque no quería salir de abajo de la
cama.
El 11 de diciembre hubo otra desaparición atribuida a los mismos responsables: Cerca de la
una y media de la tarde, es decir, antes que Víctor y Jonathan, detuvieron a Marco Antonio
Ramírez en el centro comercial Mega Las Palmas. Un año después, tampoco ha aparecido.
LA BANDA DE LOS ICAZO
¿Cuál era el móvil de los supuestos investigadores? ¿A quiénes buscaban?
Históricamente Veracruz siempre ha sido una ciudad violenta -desde su fundación por los
españoles en 1519 la sangre no ha dejado de correr-, pero con el inicio de la guerra contra el
narco que emprendió el expresidente Felipe Calderón Hinojosa en 2006 y que se mantuvo
hasta 2012, la muerte se infiltró en todos los barrios porteños.
La estrategia gubernamental cambió y al menos en la zona metropolitana de Veracruz se
difuminaron las balaceras entre los carteles que disputaban la plaza.
Aquellos días donde la gente prefería resguardarse en casa por el temor de quedar en el
fuego cruzado acabaron, pero la inseguridad siguió en las calles: los delitos del fuero común
(robo de vehículos, asalto a transeúnte) se multiplicaron un 20 por ciento entre 2012 y 2014.
Mientras las autoridades locales insistían en que Veracruz era seguro y "no pasaba nada",
ladrones y pequeñas bandas robaban en zonas hoteleras, comerciales y estudiantiles.
Incluso sorprendían en restaurantes a la hora de la comida.
La nula respuesta de la recién creada Policía Estatal Acreditable, dependiente de la
Secretaría de Seguridad Pública, hartó a sus ciudadanos, incluidos los estudiantes de la
Facultad de Ingeniería de la Universidad Veracruzana.
Entre agosto y octubre de 2013, se registraron cerca de 40 asaltos en la zona universitaria de
Boca del Río y pese al reforzamiento de los operativos de vigilancia, los delincuentes
seguían mandando en el lugar.
Entonces el 22 de octubre apareció la "Banda de Icazo", un grupo de jóvenes que fueron
identificados por los ingenieros de la UV tras un trabajo de inteligencia realizado por ellos.
Apoyados con los localizadores GPS de los equipos celulares que les habían robado y con
una intensa búsqueda en las redes sociales, los muchachos presentaron a la prensa fotos y
ubicaciones de los presuntos delincuentes.
En las gráficas aparecían muchachos de tez morena, delgados, de entre 15 y 20 años
posando como si fueran un equipo de futbol. Sus manos estaban repletas de señas y con
una vestimenta que los entrelazaba: playeras deportivas Nike o Adidas, shorts holgados,
tenis blancos y fosforescentes y gorras de clubes gringos de beisbol y baloncesto.
La 'Banda Icazo' -como se autodenominaban en publicaciones de Facebook- fueron
responsabilizados de la inseguridad que vivían los universitarios y denunciados ante el
Ministerio Público por algunas víctimas.}
Las autoridades nunca actuaron conforme la ley y creció el repudio contra el gobierno estatal
y la SSP, cuyo titular, Arturo Bermúdez Zurita, estaba en el ojo del huracán por haber
amenazado en meses pasados de meter a la cárcel a un fotoreportero y por señalamientos
de la oposición, la cual pedía su renuncia.
El clima de inseguridad que se había instalado en la ciudad entre agosto y finales de
noviembre de 2013 se acabó y la 'Banda de Icazo' se esfumó de las denuncias públicas y los
medios. En diciembre, los reflectores apuntaron a una banda conocida como la de 'Los
Machetes', un grupo de ladrones que asaltaron restaurantes, bancos y comercios armados
con machetes y pistolas.
¿CUÁNTOS AYOTZINAPAS?
-Te hablo con la verdad y te lo digo: yo sabía lo que tenía y si él hacía algo, pues que lo
detengan, y si estará 10 años en la cárcel no importa, pero al menos sé dónde está- dice
desesperada Angélica María Berrospe quien no sabe de su hijo desde hace un año.
Vive en depresión desde hace un año, pese a sus intentos de ser la mujer fuerte de la casa y
no transmitir el sufrimiento a los hermanos menores de Jonathan.
Angélica María no admite que su hijo era parte de la delincuencia, sólo confirma que en la
Formando Hogar siempre ha habido problemas, como en otras colonias del puerto en las que
subsisten grupos de amigos que se juntan para ir a beber, echar la cáscara futbolera y
cotorrear, sin importar el orden de las cosas.
"Ahora que vemos lo de Ayotzinapa (La desaparición de los 43 estudiantes) nos preocupamos, y la verdad pensamos ¿Y si estos
tipejos los entregaron a otros? Porque estamos seguras de que los llevaron a Playa Linda (el
centro de reclusión de la SSP), ahí estuvieron", afirma Perla Damián.
La desaparición de los jóvenes de colonia Formando Hogar silenció al barrio. Aunque se
tiene registro de 10 muchachos, sólo fue posible ubicar los nombres de seis: Víctor, Jonathan
Isaac, Pablo Darío, Marco Antonio, José Armando y José Ignacio.
BÚSQUEDAS AISLADAS
Desde que desaparecieron, las madres han emprendido una búsqueda basada en esfuerzos
aislados, nunca consolidaron acciones conjuntas para dar con el paradero de los muchachos,
que permanecen en el desamparo al igual que otras 550 personas en todo Veracruz, de
acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas y Extraviadas, con la denuncia
correspondiente.
Sumadas a los 9 mil 700 mexicanos que han desaparecido durante el gobierno de Enrique
Peña Nieto, la cifra en los últimos ocho años alcanza las 22 mil 660 personas.
Amelia, Perla, Angélica María y las otras tres mamás que pidieron no ser referenciadas, se
conocieron durante las diligencias en el Ministerio Público y las confrontaciones con los
funcionarios de la Procuraduría General de Justicia de Veracruz, quienes mantienen el caso
arrumbado entre cientos de expedientes. No hay un solo avance en la investigación.
"Ha sido muy difícil porque vivimos un infierno durante esos días, con decirte que se habían
llevado a gente que ni siquiera vivía aquí, te lo digo porque mi mamá le daba de comer a
unos muchachos que venían de fuera y trabajaban en una obra. A ellos también los
levantaron, nada más que a los tres días los regresaron (...) Ésa es nuestra esperanza, que a
muchos los devolvieron, por qué no pensar que los nuestros puedan regresar", relata
Angélica María.
La desunión que padecen las madres también es producto del propio desinterés que les han
contagiado las autoridades, al menos eso cuenta Perla.
-¿Han hablado directamente con el secretario de Seguridad Pública o con el procurador?-
insisto.
-¿Cuál? ¿Zurita? Ese señor no tuvo vergüenza, nos dijo que ni le moviéramos, que todo
indicaba que era un ajuste de cuentas, ¡por favor! ¿Crees que los estuviéramos buscando?
Si fuera el narco o el crimen, ¿crees que te tocarían la puerta? Ellos llegan a lo suyo y ya -
dice Perla mientras hace un ademán que denota ironía.
Tanto Bermúdez Zurita como los comandantes de la Policía Naval (corporación que trabaja
coordinada con la Policía Estatal) han negado su participación en los operativos de diciembre
de 2013.
Los días han cambiado para estas madres. Unas se han acercado más a la iglesia y se han
mantenido de pie a base de oraciones y apoyo espiritual. Otras han tocado puertas con
asociaciones civiles y no han logrado mucho.
EXCLUSIÓN EN GRUPOS DE BÚSQUEDA
Hasta dentro de los grupos y colectivos de familiares que buscan a hijos, hermanos, padres y
parejas desaparecidas, hay desconfianza y también exclusión. Los líderes de algunos de
estos grupos, por ejemplo, no aceptan que se integren casos de desapariciones 'extrañas' o
que estén bajo sospecha de actividades ilícitas, como si esa condición desmereciera su
búsqueda.
La noche del jueves 11 de diciembre de 2014, las mamás acudieron a la parroquia de la
Divina Providencia, donde se ofició una misa para pedir el retorno con vida de sus hijos.
-No quise ir porque siento que era como velar a mi hijo. Él sigue vivo, él va a regresar- dice
Perla a Angélica María convenciendo y convenciéndose a ella misma para resistir los días
que se acumulan sin Víctor.
*Texto publicado en diciembre de 2014.
*El título del reportaje hace referencia al número de personas que habían desaparecido en Veracruz hasta antes de la fecha de publicación, según los registros oficiales. Lamentablemente, esa cifra acumula más víctimas diariamente.
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