miércoles, 23 de diciembre de 2015

Chicontepec: Fracaso petrolero y amenaza ambiental

Israel Hernández


Álamo Temapache, Ver.
México

En los 3 mil 800 kilómetros cuadrados del Aceite Terciario del Golfo (Chicontepec), de 2011 a 2014 Pemex sólo produjo el 2.3 por ciento del total nacional.


Si sumáramos los litros de agua que las compañías petroleras utilizaron entre 2011 y 2014 para extraer hidrocarburos mediante la técnica del fracking en el proyecto Aceite Terciario del Golfo (ATG), mejor conocido como Paleocanal de Chicontepec, podríamos abastecer de agua durante una semana a los 900 mil habitantes de la zona metropolitana de Veracruz.
Los 450 millones 218 mil 42 litros de agua que se mezclaron con una treintena de químicos y se inyectaron mediante tuberías para sacar petróleo y gas, también pudieron haber servido para que los habitantes de los 12 municipios que están incluidos en el ATG se bañaran, lavaran su ropa y completaran sus actividades cotidianas durante 30 días.
Lo que sí hicieron de 2011 a 2014 con los millones de litros extraídos de los afluentes de la región Huasteca, fue producir un promedio de 237 mil barriles diarios de petróleo y 578 millones de pies cúbicos de gas, una cifra que representa apenas el 2.3 por ciento del total de petróleo y el 2.2 por ciento del total de gas generado en el país en esos 48 meses, según los datos que ofrece la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) en el seguimiento del proyecto Chicontepec.
Aceite Terciario del Golfo, el gran proyecto petrolero que aloja el 30 por ciento de las reservas de hidrocarburos de México, y que impulsó la administración del panista Felipe Calderón Hinojosa y dio continuidad Enrique Peña Nieto en sus dos primeros años de gobierno, resultó un gran fracaso en materia energética, cuyas consecuencias se extendieron al plano social y ambiental.
Debido a la complejidad geológica en la zona norte del estado de Veracruz, los campos de Chicontepec se clasifican en no convencionales, es decir, que a diferencia de los pozos convencionales localizados en el sureste del país y en aguas someras, para obtener hidrocarburos se requiere de tecnología más avanzada y costosa, pero que además implica la utilización de recursos naturales como el agua. Una de ella es la fracturación hidráulica, conocido como fracking.
En vísperas de que se concrete la licitación de campos petroleros en la Ronda Uno y la eventual llegada de la Ronda Dos y Tres (en la que se pretende explotar Chicontepec), hay organizaciones como la Alianza Mexicana contra el Fracking, así como actores locales- desde funcionarios municipales hasta activistas-, que se oponen a la utilización de dicha técnica en una región cuya cobertura de red de agua potable se limita a unas cuantas comunidades, pero que también ven en el fracking una amenaza para la salud de las 800 mil personas que viven en la superficie, encima de donde se guarda el futuro energético de México.


Fracking, 'inyección letal'


En 3 años se han perforado 652 pozos mediante la fracturación hidráulica.
De acuerdo a un informe elaborado por la Región Norte de Petróleos Mexicanos y obtenido por este reportero a través del Instituto Federal de Acceso a la Información (Solicitud de información 1857500183314), en el lapso de 2011 a 2014, en el ATG se explotaron 652 pozos mediante la técnica del fracking en municipios veracruzanos como Papantla, Álamo Temapache, Tepetzintla, Ixhuatlán de Madero, Castillo de Teayo, Coatzintla y Chicontepec, así como en el territorio poblano de Venustiano Carranza,  Francisco Z. Mena y Pantepec.
En 2011 se extrajo hidrocarburo mediante el fracking en 98 pozos de los campos Agua Fría, Agua Nacida, Aragón, Horcones, Humapa, Soledad Norte, Tajín y Tlacolula, con una utilización de 146 millones 323 mil 251 litros de agua.
Conforme se redujo la inversión presupuestal de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en Chicontepec, la explotación con fracturación hidráulica bajó su intensidad, de manera que de los 360 pozos aprovechados en 2012 con 129 millones 237 mil 168 litros, en 2013 la cifra bajó a 169 pozos y en 2014 a 25.
A diferencia de la extracción mecánica, el fracking consiste en taladrar a un profundidad de mil a 5 mil metros e inyectar con alta presión una mezcla que está compuesta por agua y un cóctel de más de 200 químicos, de los cuales  30 están considerados como tóxicos según el documento de patente denominado “Chemicals Used in Hydraulic Fracturing”.
El texto emitido por el gobierno de los Estados Unidos especifica en el apartado de ‘Químicos tóxicos’ que elementos como el metano, tolueno, benceno, plomo, fenol, acrilamida, óxido de propileno, xileno, cloruro de hidrógeno, entre otros, tienen consecuencias para el ser humano e incluso conllevan un riesgo cancerígeno.
Mientras la perforación convencional se limita a una línea vertical que es introducida hasta encontrar crudo, en la no convencional el tubo cambia a una dirección horizontal cuando llega a una determinada profundidad: El objetivo es que la mezcla vertida alcance esos rescoldos donde se esconde el hidrocarburo y lo lleve hasta la superficie.
A lo largo y ancho de los 3 mil 800 kilómetros cuadrados del Paleocanal de Chicontepec, cuya extensión equivale al tamaño del estado de Tlaxcala, se pueden encontrar terrenos accidentados, montañas y algunos pequeños valles que están repletos de naranjales, principal cultivo en la región.
Sin embargo, a miles de metros de profundidad las condiciones geológicas son todavía más complejas y variadas: la roca es altamente porosa y de baja permeabilidad, características que complican que el petróleo ascienda.
Las empresas estadounidenses y europeas que trabajan en el ATG, se han visto obligadas a echar mano del fracking en pozos en los que las técnicas convencionales no son suficientes para sacar petróleo y gas.
El documento de Pemex revela que en un solo pozo se pueden llegar a utilizar hasta 38 millones de litros de agua, tal y como quedó registrado en la bitácora 2011 de los pozos 2051, 2070  y 2071 del campo Humapa.


Enferman al campo

En 17 campos (puntos rojos) del proyecto ATG, ha sido necesario emplear fracking para extraer gas y petróleo.

Tras su inyección al subsuelo, el destino de la mezcla es incierto, pues el porcentaje de líquidos que salen a la superficie junto con el hidrocarburo varía de un pozo a otro.
De acuerdo a Claudia Campero, integrante de la asociaciones Blue Planet Project, Alianza Mexicana contra el Fracking y Food & Water Watch, ninguna de las compañías que trabajan con fracking en México han transparentado el uso de los desechos líquidos.
“Es muy difícil saber cuánto regresa y cuánto se queda debajo de la tierra. Puede ser que el 80 por ciento de la mezcla salga junto con los hidrocarburos y el resto permanezca abajo, o viceversa. El asunto es qué pasa con el agua contaminada que además de lo químicos trae metales pesados”, cuestiona.
Se solicitó a Pemex, mediante el IFAI, que explicara qué protocolos tienen para manejar los miles de litros contaminados y de qué manera evitan perjuicios a la salud de los pobladores cercanos. Hasta el cierre de este reportaje la empresa no había contestado.
“Tengo entendido que ellos tienen unas letrinas gigantes para almacenar el agua temporalmente. Allí la ponen a evaporar para después trasladarla a otro sitio (…) El sólo hecho de permitir su evaporización es bastante peligroso porque el aire se contamina”, señala Campero.
Para Armando Aguirre Hérviz, especialista en el tema y coordinador del Centro de Políticas Socio-Ambientales del Partido del Trabajo, sostiene que con base en hechos ocurridos en otros países y las pruebas con los químicos tóxicos, en Veracruz podrían dispararse los casos de cáncer y padecimiento endócrinos asociados al fracking.
“Hay casos documentados en otros países sobre problemas a nivel de los riñones, hígado, pulmones y otros órganos con riesgo de desarrollarse cáncer (…) Es un problema muy serio que está relacionado con la contaminación del aire por la emanaciones de metano provenientes de pozos con fracking”, insiste.
Claudia Campero, geógrafa por la UNAM y con maestría en Planeación y Desarrollo por la University College London, expresa que otra de las preocupaciones para los ambientalistas es el comportamiento de la mezcla de químicos y agua en el fondo de la Tierra.
“El agua que se queda en el subsuelo es un riesgo por dos razones: La primera porque hay grandes probabilidades de que se filtre a mantos acuíferos que abastezcan a la gente y a zonas pobladas. También se ha investigado sobre cómo el agua que no sale pueda estar lubricando fallas geológicas y generar sismos”.
En una reciente investigación periodística del portal Sin Embargo, la reportera Mayela Sánchez documenta la contaminación del agua a causa del fracking en el condado Susquehanna, en el estado de Pensylvania.
La actividad petrolera en la zona provocó que el agua se convirtiera inutilizable para los seres humanos, por lo que la empresa Cabot Oil & Gas Corporation debe llevar agua en buenas condiciones para las familias que decidieron no abandonar el lugar, pese a las adversas condiciones de vida.
Campero precisa que hasta ahora no hay evidencia científica que la acción de taladrar y perforar tenga relación con sismos, no obstante, sí hay estudios referentes al comportamiento de fallas geológicas y su posible activación con los residuos de agua.
Actualmente el fracking está prohibido en España, Francia, Bulgaria, Alemania, Reino Unido, Sudáfrica, República Checa, Suiza, Italia, Irlanda del Norte y Austria; En Estados Unidos, el estado de Nueva York se convirtió en el primero en prohibirlo por considerarlo un riesgo para la salud pública.


Saquean las tierras 


Paula Carrillo.
La familia Vázquez Carrillo lleva más de 40 años viviendo en la comunidad de Palo Blanco, ubicada a unos 12 kilómetros al poniente de la ciudad de Álamo (cabecera municipal), donde criaron a sus tres hijas: Dos emigraron a Tuxpan, Veracruz y Monterrey, en el estado de Nuevo León, mientras que una decidió quedarse en la localidad.
Quienes viven en el pequeño pueblo que no supera los 2 mil habitantes tienen 3 opciones para ganarse la vida: Poner un comedor para alimentar a los trabajadores de Pemex o una tienda de abarrotes; Dedicarse a la siembra y cosecha de naranja o emigrar en busca de oportunidades.
Desde que tiene memoria, doña Paula Carrillo Mérida ha visto ir y venir a cientos de unidades con el logotipo de Pemex, una institución que hasta antes de la aprobación de la reforma energética, en la región era sinónimo de un empleo seguro, bien remunerado, con prestaciones y un pase al progreso.
En su caso, las condiciones familiares la obligaron a dedicarse al campo y por supuesto al hogar. A sus 66 años comparte la casa con su esposo Lucio Vázquez García, apenas dos años mayor que ella.
“Cada 2 ó 5 años nos dicen que ya habrá beneficios para nuestra gente, pero sólo vemos cómo se llevan el petróleo y Pemex no deja nada”, dice Carrillo Mérida cuando le pido que me platique qué sabe de los últimos proyectos de la empresa petrolera.
Su comunidad está dentro del campo petrolero Palo Blanco y en el que se han perforado pozos y sacado hidrocarburos mediante la técnica delfracking, una palabra que hasta el día que la visité nunca había llegado a sus oídos.
Su rostro redondo sólo mostró desconcierto cuando le pregunté sobre la amenaza que representaba la fracturación hidráulica para su comunidad y para el entorno que los rodea.
-¿Les han dicho algo sobre los miles de litros que utilizan para la perforar y para las actividades petroleras?
-Lo único que sabemos es que seguirán  en la zona, y eso porque al comedor que tiene mi hija llegan trabajadores de Pemex y de otras empresas que platican sobre que habrá trabajo. Del agua sólo le puedo decir que es escasa, aunque en el pueblo ya casi todos tenemos red de agua- detalla Paula.
Las consecuencias sobre el fracking no representan un tema de primer orden, ya que en la comunidad hay preocupación por lo que sí se conoce: Los bajos precios en que se vende la naranja, el desempleo de los jóvenes que egresan del bachillerato y la falta de servicios básicos en algunas zonas del pueblo.
La señora Paula Carrillo, al igual que miles de veracruzanos de las regiones Huasteca y Totonacapan, es ajena a los padecimientos que pueden acarrear la contaminación de los mantos acuíferos o una mala disposición de los desechos generados por fracking. Desconoce, además, que compañías como Watherford, Baker Hughes, Schlumberger, Halliburton de México, entre otras, obtienen agua del cercano río Pantepec para hacer la mezcla química.


Privilegian a empresas

En las diferentes congregaciones de los 12 municipios involucrados en el proyecto Aceite Terciario del Golfo no sólo hay descontento por los pocos avances que tienen en servicios públicos, vías de comunicación, oportunidad y avance en el nivel de vida:
Los ejidatarios, campesinos y ganaderos viven en la incertidumbre por el futuro de sus tierras en una zona con potencial petrolero. Si bien desde hace más de 40 años han tenido que ceder algunas hectáreas a cambio de acuerdos que implican pagos por renta o compra de predios, ahora están conscientes de que las reglas han cambiado.
El artículo 96 de la Ley de Hidrocarburos aprobada como parte de la reforma energética, establece que la industria relacionada con el petróleo y gas es de utilidad pública, es decir, que las actividades de exploración y extracción son de interés social y tendrán prioridad sobre cualquier otro uso del territorio.
Para la activista Claudia Campero, la legislación en la materia privilegia los intereses de las empresas y manda a un segundo plano los derechos sobre la tierra de ejidatarios o pueblos indígenas.
“La reforma energética vulnera a las comunidades, pues se aseguró en dar todas las garantías para que las compañías operen (…)  En teoría se debe dar una negociación entre el contratista y los ejidatarios para el pago de renta, pero el concepto de la expropiación está vigente porque el gobierno puede obligar a los dueños de la tierra basados en este artículo”, explica.
En el régimen energético existente hasta antes del 2013, las compañías o Pemex solían adquirir los terrenos a cambio de dar un porcentaje de los ingresos a los terratenientes. Ese plan de negocios ahora resulta inviable económicamente en una zona que requiere fracking para extraer hidrocarburo.
Según el análisis de la Ley de Hidrocarburos realizado por la organización Alianza Mexicana contra el Fracking, existe una tasa de declinación de productividad de los pozos de entre el 80 y 91 por ciento.
“Esto significa que estos pozos sean abandonados y que, para mantener su producción, las empresas tengan que moverse de una zona del territorio a otra para perforar pozos nuevos. De esta manera, les convienen contratos de renta de terrenos de corto plazo y no su adquisición permanente”, refiere el artículo.
El uso temporal de un predio y su eventual abandono deja la tierra en condiciones inservibles para la agricultura o la ganadería, debido a la contaminación de la superficie y desde luego del subsuelo donde se inyectaron miles de litros de mezclas tóxicas.
Este reportero buscó al representante ejidatario de Palo Blanco, en el municipio de Álamo Temapache, para conocer su punto de vista respecto a los planes de negocio propuestos por las empresas. Sin embargo fue imposible localizarlo.

El sector agrícola está indefenso legalmente ante la llegada de las trasnacionales y el fracking.

Campesinos desinformados

Esteban Rodríguez Ramírez es regidor décimo del Ayuntamiento de Álamo Temapache y es de los pocos funcionarios locales informados sobre las consecuencias ambientales y sociales que genera la fracturación hidráulica como técnica de extracción.
“Hay mucha desinformación sobre el tema. Si bien es cierto que afecta directamente a los ejidatarios, el daño irreversible en mantos freáticos, la contaminación del aire y la erosión de los suelos también acarrea problemas para el resto de la población”, insiste.
Rodríguez Ramírez ha emprendido una campaña informativa en las comunidades del municipio con la intención de que las asambleas ejidales firmen actas contra el fracking y se opongan a su utilización en zonas fértiles para el campo y otras actividades rurales.
“Por un lado hay campesinos que sí están en contra de la técnica y que han sido informados sobre los alcances negativos, pero por otro frente llegan las empresas como típicos lobos con piel de oveja.
“Llegan a las comunidades tratando de sensibilizar de que habrá beneficios para las comunidades construyéndose escuelas, dando despensas o útiles escolares (…) La lucha está dada entre la información y el trabajo de convencimiento de las compañías”, expresa el edil de Álamo.


Terreno no redituables


Estimaciones de Pemex indican que un barril en un pozo convencional y en tierra necesita una inversión de 10.5 dólares; En aguas someras se encarece a 12 dólares y en pozos no convencionales llega a costar 23 dólares.
Actualmente el precio de barril de petróleo oscila entre los 40 y 48 dólares; El lunes 5 de octubre de 2015, por ejemplo, el barril de crudo se comercializó en 46 dólares, de manera que en ATG la inversión por producción alcanza un 50 por ciento, dejando márgenes muy bajos de ganancia.
Además del riesgo implícito del fracking para el entorno social y ambiental, su implementación en el Proyecto Aceite Terciario del Golfo ha significado una millonaria inversión que al contrario de lo que se planteó en 2007, no ha sido redituable para México.
Pese a los múltiples informes sobre la complejidad de Chicontepec y lo costoso que resultaría, el expresidente Felipe Calderón Hinojosa apostó a su exploración y explotación motivado porque al cierre de 2007, por ejemplo, el barril de crudo se vendía hasta en 91 dólares.
El reporte de Indicadores de Inversión de la CNH detalla que la Federación destinó  11 mil 106 millones de pesos para ATG en 2008 , año en que se alcanzó una producción de 29 mil barriles diarios de petróleo y 52 millones de pies cúbicos diarios de gas, lo que representó el 1 por ciento del total nacional.
Conforme avanzó la administración de Calderón Hinojosa, las partidas presupuestales para Chicontepec aumentaron: En 2009 se invirtieron 24 mil 2 millones de pesos; En 2010 pasó a 36 mil 490 millones y en 2011 tuvo un ligero descenso a 31 mil 366 millones de pesos. En el último año del sexenio calderonista se apostó con 32 mil 81 millones de pesos.
Pese a las fuertes inversiones de Pemex para reactivar el proyecto Chicontepec, las metas establecidas por la entonces paraestatal nunca se lograron:
Mientras la expectativa oscilaba en conseguir entre 80 y 150 mil barriles diarios de petróleo, la producción tuvo su mejor año en 2012 con un promedio de 69 mil barriles diarios de crudo y  149 millones de pies cúbicos de gas.
Para dimensionar el tamaño del fracaso y la pésima planeación en el ATG, lo que se produjo en ese año sólo representó el 2.6 del total nacional y el 17 por ciento de lo generado en el Complejo Cantarell (Sonda de Campeche), que en 2012 mantuvo un promedio de 404 mil barriles diarios de petróleo.


Rasuran inversión


Con la llegada de Enrique Peña Nieto a la presidencia de la república, los especialistas en la industria petrolera vislumbraron un cambio que en 2014 se concretó con la integración de las reformas estructurales, entre ellas la reforma energética.
El activo Chicontepec no quedó exento al ajuste del Gobierno Federal y una de las maniobras fue reducir la inversión en la región que comprende el norte del estado de Veracruz y una parte de la sierra norte de Puebla.
El periodo de transición mantuvo las inversiones para ATG en 2013 con un monto de 29 mil 20 millones de pesos; Para el 2014, el paquete presupuestario destinó 25 mil 273 millones de pesos, la cifra más baja en los últimos 5 años, reducción que fue suficiente para que las empresas transnacionales disminuyeran su porcentaje de participación y lo que originó una crisis económica en la región.
La falta de rentabilidad en el proyecto Chicontepec llevó al Gobierno Federal a disminuir drásticamente el presupuesto para su explotación. En 2014, el segundo año del régimen de Peña Nieto, la producción en ATG cerró en 49 mil barriles de crudo diarios, con un déficit del 26 por ciento en relación al 2013.
En 2014 también decayó el número de pozos en operación, pues de alcanzarse 2 mil 790 (cifra récord en ATG) en 2013, para el siguiente periodo sólo funcionaron 2 mil 509 pozos.
Con la estrategia definida de cara a las licitaciones de la Ronda Uno y las eventuales Dos y Tres, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público decidió rasurar un 70 por ciento de la inversión para 2015: De los 25 mil 273 millones se redujo a 7 mil 659 millones de pesos.

Ante la baja producción, la inversión pasó de 36 mil 490 millones en 2010 a 7 mil 659 millones en 2015.


Una ciudad a la deriva

La ciudad más importante en el norte de Veracruz es Poza Rica, una zona metropolitana de 480  mil habitantes que es complementada por los municipios de Coatzintla, Cazones de Herrera,  Tihuatlán y Papantla.
La pequeña urbe se fundó a partir de los campamentos petroleros establecidos entre 1925 y 1930, y desde hace 90 años la fuente de ingresos de sus habitantes está relacionada con la industria petrolera.
Desde la formación de sus barrios hasta la composición política del municipio, hay un remarcado lazo con el oro negro. Por ejemplo, Sergio Lorenzo Quiroz Cruz, actual alcalde de Poza Rica, también es líder de la sección 30 del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
Como suele pasar en otras capitales petroleras, el aire que se respira en este centro industrial y comercial siempre va a acompañado con un fuerte olor a podrido, pero en realidad se trata del gas mezclado con las partículas de oxígeno.
Con las fuertes inversiones del Gobierno Federal para aprovechar el recurso no renovable en el Activo Integral Aceite Terciario del Golfo a partir del 2008, la vida económica de la región mostró un alentador crecimiento.
El número de comercios se multiplicó en un 50 por ciento y la industria hotelera tuvo repunte de hasta 110 por ciento: De 19 hoteles existentes, la oferta se amplió a 40 hoteles en 7 años.
Los empleos formales también llegaron y la esperanza arropó a cientos de familias que anteriormente no habían tenido oportunidades de mejorar su nivel de vida.
En cuanto el Gobierno Federal se empezó a apretar el cinturón a Chicontepec, las grandes empresas de perforación y exploración como Watherford, Schlumberger, Baker Hughes, Halliburton de México, Burgos Oil Services tuvieron menos trabajo. Por ende, optaron por recortar plantillas, dejar de utilizar maquinaria y reducir el margen de maniobra en los diferentes campos que conforman el activo ATG. Lo mismo sucedió con pequeñas y medianas empresas que eran subcontratadas para surtir a servicios y dar mantenimiento a las trasnacionales.
De acuerdo a Antonio Benítez Lucho, titular de la delegación Veracruz Norte del Instituto Mexicano del Seguro Social, durante el 2014 tuvieron un déficit de 7 mil afiliados derivado de los despidos masivos e incluso del cierre de empresas.
“El año pasado estuvo muy crítico, perdimos 7 mil cotizantes de empresas que le trabajaban a Pemex y que tuvieron que recortar plantilla o retirarse porque no había trabajo en Aceite Terciario del Golfo”, dijo el 25 de septiembre de 2015.
La cascada negativa también asoló a los comerciantes, de manera que hasta el 30 por ciento de los negocios han tenido que bajar cortinas por la crisis, de acuerdo al presidente de la Canaco en Poza Rica, Heberto Baños Reyes.
Cuando se creyó que no existía peor panorama para la zona norte de la entidad, en marzo de 2015 Petróleos Mexicanos anunció la desaparición de la Subdirección de Exploración y Producción Región Norte en Poza Rica, por lo que las oficinas se trasladarían al puerto de Veracruz, como parte de la reestructuración administrativa.


Petrodependencia excesiva

Para Martín Vizcarra Pérez, consultor en desarrollo sustentable  y presidente de la organización hOla Civil Poza Rica, la crisis económica que golpea la ciudad no sólo está provocada por la falta de inversiones del gobierno federal y su mala planeación en el rubro energético.
El analista considera que la región padece una petrodependencia  que tiene a la región sumida en un grave rezago económico y social.
“Los propios líderes en la zona reconocen que Poza Rica ya no debe depender del petróleo, pues en cuanto ésta industria se cae, la economía sufre un golpe muy fuerte porque al menos el 70 por ciento de los empleos están relacionados directa o indirectamente al sector”, explica.
Vizcarra Pérez insiste que desde el gobierno municipal y apoyado por el gobierno estatal, se deben impulsar la atracción de inversiones del ramo de la transformación, manufacturera o automotriz, tal y como sucede en ciudades como Puebla, Aguascalientes, Querétaro, León, entre otras.
“Tenemos una ubicación privilegiada, conexión con el centro del país y desde luego con el puerto de Tuxpan (…) Ha quedado demostrado que el proyecto de Chicontepec ha sido muy costoso para el país y sin embargo la visión a largo plazo está proyectada en su explotación.
“Además de la baja rentabilidad que se estima, basados en los últimos resultados de producción, el fracaso a nivel socioeconómico ha quedado en evidencia en una ciudad donde el 70 por ciento de su población vive en condiciones de pobreza”, expone.
El Índice de Competitividad Urbana 2014, un estudio realizado por especialistas el Instituto Mexicano para la Competitividad, posiciona a Poza Rica entre las 10 zonas metropolitanas con menor potencial para crecer.
La investigación ubica a la ciudad petrolera entre las menos competitivas junto con Acapulco, Tulancingo, La Piedad, Nuevo Laredo, Cárdenas, Chilpancingo, entre otras urbes.
Entre las propuestas de Martín Vizcarra para transformar el modelo económico marrón  a uno verde, están la generación de condiciones para atraer empresas dedicadas a la investigación y el desarrollo de energía renovable.
Asimismo, plantea que Poza Rica puede capitalizar los atractivos turísticos que la rodean, desde la zona arqueológica Tajín y el ecoturismo en zonas montañosas, hasta las playas de Tuxpan y Costa Esmeralda.


Un futuro desolador

El futuro del proyecto ATG depende en gran medida de los resultados en las licitaciones internacionales para la Ronda Uno, así como de las estimaciones de rentabilidad de los 29 campos petroleros que lo conforman.
Recientemente, el director de la Región Sureste de la Subsecretaría de Gobierno a nivel federal, Alberto Amador Leal, comentó que para 2015 se estima una inversión de 425 millones de pesos en Chicontepec.
Según la declaración ofrecida a medios de comunicación del norte de Veracruz, el objetivo es reactivar la economía con la contratación de empresas pequeñas y medianas, a reserva de que se confirmen contratos de exploración y producción con las grandes transnacionales.
Amador Leal dejó entrever que la cautelosa estrategia también tiene un segundo propósito: evitar que el Gobierno Federal no vuelva a perder otros 10 mil millones de pesos en un proyecto fallido y altamente nocivo para la vida de 800 mil personas.

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