Israel Hernández
El Tejar, Medellín, Ver.
México
Desde el puesto de películas y discos ‘piratas’ se escucha una bachata que alcanza los oídos de unos cincos taxistas, que arropados por la sombra de un árbol sembrado junto a las vías del tren preguntan hacia dónde voy. Están urgidos de trabajo.
“Enero ha estado canijo, no levanta la chamba”, dice un hombre alto, de piel clara y cabello rapado, cuyo nombre pide no sea revelado porque considera puede ponerse en riesgo.
Cuando revelamos que somos reporteros, los hombres saben que no estamos ahí por casualidad. La base del grupo Radio Taxi Moreno, localizada frente al parque de El Tejar, era el centro de trabajo de Moisés Sánchez Cerezo, trabajador del volante y reportero desaparecido desde el pasado 2 de enero.
Pero la conversación con los taxistas alcanza un tema que los mantiene alerta y que ha modificado sus conductas en el trabajo diario: la inseguridad que vive Medellín y el resto de la zona metropolitana de Veracruz
Desde que el 10 de marzo de 2013 fue asesinado Fernando Ángel Flores López, los choferes de El Tejar la piensan dos veces cuando les piden un servicio nocturno en algún punto del municipio, sobre todo cuando para llegar al lugar haya que cruzar caminos despoblados o colonias sin alumbrado público.
“A mi gracias a Dios no me ha pasado nada, ni quiero que me pase. Pero sí, en otras ocasiones han asaltado a compañeros y cosas más graves”, relata sin entrar en detalles como la muerte de Flores López, un joven de 21 años que esa madrugada transportó a tres sujetos al Oxxo del fraccionamiento Arboledas San Ramón, para después ser asaltado y plagiado.
Los ladrones aprovecharon para llevarse dinero y botellas de alcohol de la tienda.
Cuatro kilómetros adelante, cerca del panteón La Esperanza, bajaron a Fernando Flores del Tsuru rotulado con el 3174 y lo asesinaron con una piedra.
Dos días después del crimen, el 12 de marzo de 2013, unos 60 taxistas bloquearon la carretera Veracruz-Medellín (avenida Independencia) para exigir mayor seguridad y que Medellín fuera incluido en el programa “Veracruz Seguro”, es decir, que la Marina y el Ejército se integraran a las labores de vigilancia.
Esa protesta fue cubierta por pocos medios de comunicación, sin embargo ahí estuvo Moisés Sánchez, que simultáneamente tomó el megáfono para pedir justicia y capturó los momentos más significativos de la manifestación para compartir las fotos con los colegas de Veracruz y Boca del Río.
Desde marzo de 2013 a la fecha, la situación no ha cambiado mucho. Los asaltos a los taxistas se dan en la cabecera municipal o en alguna comunidad de la zona rural a cualquier hora del día, pero se multiplican durante las madrugadas, cuando la policía local apenas y vigila las avenidas principales de Puente Moreno, el fraccionamiento más poblado de Medellín.
“Imagínate si juntas, que apenas y sacamos el día porque la gasolina está cara y aparte luego nos quieren asaltar y hasta quitar el carro, a veces dan ganas de renunciar y dedicarte a otra cosa”, cuenta el ruletero.
Pasado el mediodía el movimiento vehicular de El Tejar crece y el tráfico se torna lento, pues la carretera es la única opción para atravesar el poblado de unos 12 mil habitantes.
En las inmediaciones del parque también aumenta el movimiento de gente y las risas de los muchachos de la secundaria inundan las aceras. Una señora se acerca para preguntar cuánto cobran al domo de Arboledas San Ramón y la tarifa no la convence. Por la radio privada informan de un cliente en Rancho del Padre y en menos de 10 segundos el taxista hace ronronear el vehículo.
-¿Hay zonas a las que no vayan por temor?
-No tenemos horarios ni te puedo decir que haya un lugar al que no queramos ir, pero sí le pensamos. Ya solo salimos a lo seguro, cuando nos llaman y más o menos conocemos a la zona que vamos. La verdad es un albur, pero no queda de otra- explica.
Le pido al taxista que me cuente cómo era Moisés en el trabajo y lo define: Buena gente, respetuoso y profesional.Recuerda que pese a tener fama de reportero local y activista vecinal, nunca descuidó la responsabilidad que tenía como chofer del taxi 1084.
“Él era muy profesional, vaya, nunca mezclaba lo de periodista con su trabajo como taxista. Platicábamos y todo pero nunca era de presumir que tenía un periódico o querer intimidar. Al contrario, siempre nos pedía que si sabíamos de algo le dijéramos, supongo que iría a tomar fotos”.
“De lo que me acuerdo siempre era el que nos pasaba las fotos de la asamblea de la CTM o de cuando íbamos al paseo con la virgen de Guadalupe. Muy buena persona con nosotros y de buen humor, no tenía problemas con nadie y si tenías dudas de algo él te decía con quien ir”.
En una publicación del 29 de agosto de 2013 del blog de La Unión, se puede leer la felicitación que hacen los directivos del medio a Moisés Sánchez por la cobertura periodística en la zona medellinense afectada por las inundaciones.
Renglones abajo, para rematar, dice: “Sigue así Moisés Cerezo, con esa pasión que te distingue”.
Aunque en el trato diario solía ser discreto y sin entrometerse en la vida del resto de taxistas, el compañero de Sánchez Cerezo recuerda que siempre cargaba su cámara para documentar lo que se le cruzara.
Es muy probable que ese texto de 3 párrafos lo escribió él mismo y represente, quizá, una autodefinición de su trabajo como periodista y taxista.
El Tejar, Medellín, Ver.
México
Desde el puesto de películas y discos ‘piratas’ se escucha una bachata que alcanza los oídos de unos cincos taxistas, que arropados por la sombra de un árbol sembrado junto a las vías del tren preguntan hacia dónde voy. Están urgidos de trabajo.
“Enero ha estado canijo, no levanta la chamba”, dice un hombre alto, de piel clara y cabello rapado, cuyo nombre pide no sea revelado porque considera puede ponerse en riesgo.
Cuando revelamos que somos reporteros, los hombres saben que no estamos ahí por casualidad. La base del grupo Radio Taxi Moreno, localizada frente al parque de El Tejar, era el centro de trabajo de Moisés Sánchez Cerezo, trabajador del volante y reportero desaparecido desde el pasado 2 de enero.
Pero la conversación con los taxistas alcanza un tema que los mantiene alerta y que ha modificado sus conductas en el trabajo diario: la inseguridad que vive Medellín y el resto de la zona metropolitana de Veracruz
Desde que el 10 de marzo de 2013 fue asesinado Fernando Ángel Flores López, los choferes de El Tejar la piensan dos veces cuando les piden un servicio nocturno en algún punto del municipio, sobre todo cuando para llegar al lugar haya que cruzar caminos despoblados o colonias sin alumbrado público.
“A mi gracias a Dios no me ha pasado nada, ni quiero que me pase. Pero sí, en otras ocasiones han asaltado a compañeros y cosas más graves”, relata sin entrar en detalles como la muerte de Flores López, un joven de 21 años que esa madrugada transportó a tres sujetos al Oxxo del fraccionamiento Arboledas San Ramón, para después ser asaltado y plagiado.
Los ladrones aprovecharon para llevarse dinero y botellas de alcohol de la tienda.
Cuatro kilómetros adelante, cerca del panteón La Esperanza, bajaron a Fernando Flores del Tsuru rotulado con el 3174 y lo asesinaron con una piedra.
Dos días después del crimen, el 12 de marzo de 2013, unos 60 taxistas bloquearon la carretera Veracruz-Medellín (avenida Independencia) para exigir mayor seguridad y que Medellín fuera incluido en el programa “Veracruz Seguro”, es decir, que la Marina y el Ejército se integraran a las labores de vigilancia.
Esa protesta fue cubierta por pocos medios de comunicación, sin embargo ahí estuvo Moisés Sánchez, que simultáneamente tomó el megáfono para pedir justicia y capturó los momentos más significativos de la manifestación para compartir las fotos con los colegas de Veracruz y Boca del Río.
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Desde marzo de 2013 a la fecha, la situación no ha cambiado mucho. Los asaltos a los taxistas se dan en la cabecera municipal o en alguna comunidad de la zona rural a cualquier hora del día, pero se multiplican durante las madrugadas, cuando la policía local apenas y vigila las avenidas principales de Puente Moreno, el fraccionamiento más poblado de Medellín.
“Imagínate si juntas, que apenas y sacamos el día porque la gasolina está cara y aparte luego nos quieren asaltar y hasta quitar el carro, a veces dan ganas de renunciar y dedicarte a otra cosa”, cuenta el ruletero.
Pasado el mediodía el movimiento vehicular de El Tejar crece y el tráfico se torna lento, pues la carretera es la única opción para atravesar el poblado de unos 12 mil habitantes.
En las inmediaciones del parque también aumenta el movimiento de gente y las risas de los muchachos de la secundaria inundan las aceras. Una señora se acerca para preguntar cuánto cobran al domo de Arboledas San Ramón y la tarifa no la convence. Por la radio privada informan de un cliente en Rancho del Padre y en menos de 10 segundos el taxista hace ronronear el vehículo.
-¿Hay zonas a las que no vayan por temor?
-No tenemos horarios ni te puedo decir que haya un lugar al que no queramos ir, pero sí le pensamos. Ya solo salimos a lo seguro, cuando nos llaman y más o menos conocemos a la zona que vamos. La verdad es un albur, pero no queda de otra- explica.
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“Él era muy profesional, vaya, nunca mezclaba lo de periodista con su trabajo como taxista. Platicábamos y todo pero nunca era de presumir que tenía un periódico o querer intimidar. Al contrario, siempre nos pedía que si sabíamos de algo le dijéramos, supongo que iría a tomar fotos”.
“De lo que me acuerdo siempre era el que nos pasaba las fotos de la asamblea de la CTM o de cuando íbamos al paseo con la virgen de Guadalupe. Muy buena persona con nosotros y de buen humor, no tenía problemas con nadie y si tenías dudas de algo él te decía con quien ir”.
En una publicación del 29 de agosto de 2013 del blog de La Unión, se puede leer la felicitación que hacen los directivos del medio a Moisés Sánchez por la cobertura periodística en la zona medellinense afectada por las inundaciones.
Renglones abajo, para rematar, dice: “Sigue así Moisés Cerezo, con esa pasión que te distingue”.
Aunque en el trato diario solía ser discreto y sin entrometerse en la vida del resto de taxistas, el compañero de Sánchez Cerezo recuerda que siempre cargaba su cámara para documentar lo que se le cruzara.
Es muy probable que ese texto de 3 párrafos lo escribió él mismo y represente, quizá, una autodefinición de su trabajo como periodista y taxista.